5 de junio 2020

Día Mundial del Medio Ambiente

Las organizaciones del movimiento ecologista, social y sindical de Burgos: Ecologistas en Acción, CGT, Burgos con Bici, Fridays For Future, CNT, Eirene Cultura para la Paz, EnergÉtica Coop., Imagina Burgos, y Sylvatia Educación Ambiental, presentaron públicamente el manifiesto elaborado en Burgos con motivo de la celebración del día mundial del medio ambiente, para seguir reclamando justicia climática, concienciar de la importancia de la defensa del planeta y de la biodiversidad.

Desde 1974, cada 5 de junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Aunque de celebración tiene poco; la situación es crítica y se requiere actuar con urgencia. La crisis social y ecológica cada vez es más preocupante y estamos en un punto en el que ya no podemos volver a atrás. Nuestro esfuerzo debe destinarse a evitar los efectos más adversos y sobre todo, a que las respuestas sean lo más justas posible.

En 2020 el tema central es la biodiversidad. Las amenazas se multiplican cada día, poniendo en riesgo la resiliencia de los ecosistemas y las bases materiales de la vida. La sexta extinción masiva ya ha comenzado y un millón de especies animales y vegetales están en riesgo de desaparecer. Uno de los factores que se encuentra detrás de la pandemia de la COVID-19 es, precisamente, la pérdida de biodiversidad.

La crisis sanitaria del coronavirus no ha sido una casualidad, ni el ataque de un enemigo invisible. Es el resultado (uno de tantos) de un sistema que transgrede los límites planetarios. Debería tratarse como una advertencia de la debilidad de un sistema globalizado, que antepone la rentabilidad económica a la vida y que, llegado el momento, ni siquiera es capaz de suministrar las mascarillas que necesitamos. Un modelo que se sostiene en la fantasía de que podemos vivir de espaldas a la naturaleza e ignora deliberadamente la delicada situación en la que nos encontramos.

Aunque haya sido desplazada en las noticias la emergencia climática no ha desaparecido y sigue su curso. La reducción de emisiones en estas semanas de confinamiento no han dejado de ser un pequeño respiro; pero están lejos de ser una solución. Además, la industria fósil y otras contaminantes, como la aviación, aprovechan el momento para tratar de ser rescatadas sin condiciones ambientales. Lo estamos viendo estas semanas, Comunidades Autónomas que, con la excusa del empleo, levantan restricciones ambientales para favorecer negocios que, a la hora de la verdad, sabemos que no repercuten en el bien común sino que nos precarizan y hacen cada vez más vulnerables.

La crisis sanitaria de la COVID-19 debería ser un punto de inflexión que nos lleve, está vez sin demora, a otra forma de habitar el planeta. El futuro está en pugna y no hay una única respuesta, pero no todas sirven. La brecha de las desigualdades es muy profunda y nadie puede quedar atrás. Debemos abandonar la senda que nos ha traído hasta aquí. El desafío es enorme y el reto claro: la vida en el centro.

Última modificación: 05/06/2020