“El ladrillo nunca baja”, ¿cuántas veces hemos oído esta frase desde que comenzó el Boom inmobiliario en 1995. La realidad nos demuestra lo falso de dicha afirmación: a la vista está el panorama del mercado inmobiliario y de la industria de la construcción.
Con más de 3,5 millones de casas vacías y una caída generalizada de los precios de la vivienda de segunda mano, aparte de un estancamiento del precio de la nueva construcción. El 35% de las empresas que se han declarado en suspensión de pagos, están directamente relacionadas con la construcción o su entramado económico-financiero. Algunas de ellas, empresas de gran renombre en esta última década, que hasta hace muy poco tiempo recaudaban beneficios astronómicos y no dejaban de subir en bolsa.
Este tipo de política económica, basada casi exclusivamente en la especulación pura y dura en todas las fases del proceso constructivo, desde el momento previo a la adquisición de los terrenos hasta finalmente la reventa de las viviendas en algunos casos, incluso antes de haber finalizado la obra, ha producido efectos colaterales causados por esta avaricia desproporcionada en todos y cada uno de los agentes implicados en su proceso, como una corrupción casi generalizada a diversas escalas en administraciones públicas (ayuntamientos, diputaciones, gobiernos regionales y estatal), partidos políticos, agentes sociales, etc, la destrucción del litoral a nivel estatal o de zonas de monte incluso bajo regímenes de protección natural, que las administraciones de una u otra manera han consentido o incluso han facilitado cambiando incluso la legislación cuando ha sido necesario.
A este festín especulativo, se ha querido sumar parte de la clase obrera, a la espera de beneficios económicos inmediatos, que a la vista de la facilidad con que se obtenían créditos sin apenas garantías, invertía por encima de sus posibilidades con la esperanza de recuperar el dinero invertido de manera rápida y con pingües beneficios.
Todo esto unido a la falta total de ética y la codicia desmesurada de las empresas intermediarias, constructoras y entidades de crédito, dando lugar a continuos escándalos y prácticas tan poco recomendables como la creación de las hipotecas subprime para aumentar los beneficios, conseguiendo que la burbuja inmobiliaria finalmente estalle y causando una crisis económica sin precedentes en la historia del capitalismo, a pesar de lo que nos quieran hacer creer la clase política, algunos expertos en economía y los medios de comunicación. Esta crisis ha sido indudablemente provocada por la banca, los políticos y la falta de conciencia de clase.
Desde la CGT proponemos:
• Alquiler Social Universal, de promoción y gestión públicas.
• Por un uso social de la propiedad: gravar fiscalmente las viviendas vacías y sin uso.
• Expropiación de inmuebles deshabitados y sin uso, incorporación de los mismos al parque de vivienda social. Despenalización de la ocupación.
• Propiedad y gestión colectivas del suelo municipal.
• Control y persecución efectiva de la especulación.
Durante años han privatizado las ganancias y ahora pretenden que nosotros paguemos sus perdidas….
¡La crisis que la paguen los ricos!
Por un verdadero cambio social, PARA TODOS TODO!